“La Capilla Sixtina de América” en San Miguel de Allende >
Escrito por: Mariel Hernández Maldonado
Desde 1473 El Vaticano tiene en su haber una de las construcciones más impresionantes de todo el mundo: la Capilla Sixtina. El estilo renacentista de esta hermosa construcción nos remonta al siglo XV cuando el Papa Sixto IV ordenó su construcción a los arquitectos Pontelli y Dolci. Desde ese entonces esta construcción ha sido referencia de belleza y perfección para las edificaciones sacras al rededor del mundo, sin embargo hoy una parroquia mexicana ha logrado seguirla muy de cerca.
La parroquia de Jesús de Nazareno de Atotonilco ha sido considerada “la Capilla Sixtina de América” pues su belleza y relevancia en la historia del país la hacen resaltar como una de las más imponentes con las que cuenta el continente americano. Si bien es cierto que en México y América Latina podemos encontrar una gran cantidad de hermosas parroquias y capillas, la de Jesús de Nazareno de Atotonilco en San Miguel de Allende se ha llevado las palmas pues desde su imponente exterior nos muestra la belleza iniglualable con la que cuenta.
Por dentro las paredes y los techos están cubiertos por murales, esculturas, tallados y óleos de estilo barroco popular mexicano que no solamente ilustra la historia religiosa sino la social del país. Esta parroquia también es considerada como el lugar en donde dio inicio la independencia del país, pues fue aquí en donde el cura Miguel Hidalgo tomó como estandarte de lucha la imagen de la Virgen de Guadalupe para guiar a las tropas a la guerra.
Tan solo en 2008 la UNESCO la declaraba patrimonio cultural de la humanidad pues solamente a la semana recibe 5000 visitantes. También se le conoce como “el Santuario de Dios y de la Patria” y desde el siglo XVIII es el lugar de las plegarias de los habitantes de Atotonilco, quienes se sienten orgullosos de tener un templo tan importante en su lugar de nacimiento.
La estructura es de 7 capillas que se adjuntan a la llamada nave principal, la habitación de la sacristía y seis pequeños camarines. Los murales que adornan las paredes se obtuvieron en un intercambio cultural entre Europa y América, dándole al visitante una sensación de saturación, pues las imágenes están dispuestas una tras otra acompañadas de inscripciones y en algunos casos enmarcadas con baños de oro tallados finamente.
Todo el recorrido es sobrecogedor, pues una habitación es más bella que la otra.
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